Pedaleaba emocionado cuesta abajo por la montaña, a toda velocidad, y de repente aquel tronco en medio del camino. Salí disparado de la bicicleta, como si fuese una catapulta, aterrizando bruscamente sobre el suelo. El peor golpe se lo llevaron mi rodilla y los codos, que sangraban en abundancia.
Sentado en el cenador, bajo la luz del farol, con el amor propio herido, fríamente preparo mi venganza…
(Relato publicado la 4ª semana de mayo en https://www.cincopalabras.com/)
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