domingo, 21 de mayo de 2017

SIN RASTRO


Ante el espejo, disimulaba el doloroso gesto amarillo de cariño, con el que él le había obsequiado después de amar.

Permanecía impregnado en su piel su olor a ajo, le revolvía las tripas, y por más que frotaba bajo la ducha, resultaba imposible de borrar.

Había quedado paralizada bajo el peso de su cuerpo, incapaz de defenderse, como si le hubiera suministrado anestesia.

Anoche se armó de valor y lo esperó. Cubrió su cuerpo con crema de cacahuetes. Él era extremadamente alérgico. Tras la ducha sonrió. Sin rastro en su piel, nadie sospecharía del asesinato. Nunca más volvería a hacerle daño.


(Relato publicado la 3ª semana de mayo en https://www.cincopalabras.com/)





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