Había contado millones de estrellas, como cada noche, esperando a que le llegara el sueño, pero no hubo suerte. Sus ojos permanecían muy abiertos mirando al cielo. Tras haber visto pasar tantas lunas, su confianza inicial empezaba a desmoronarse. Lo había intentado todo, incluso a respirar, sin éxito.
Cuando el rocío del amanecer se estremeció sobre su palidez, supo que por fin podría descansar. Se acercaban los perros con sus ladridos excitados al dar con el rastro de su cuerpo.
(Relato escrito para el Reto 5 lineas del mes de abril de 2019 del blog de Adella Brac
las palabras son: Sueño / Millones / Cada)
Tiene que ser terrible tener conciencia de todo aún después de muerto.
ResponderEliminarUn relato intenso y bien contado, Pilar. Un abrazo
Debe de ser terrible ser consciente, sobre todo durante la espera...
Eliminar¡Muchas gracias, Ángel!
Besos muy apretados, amigo.