Me di cuenta de que algo le pasaba a Lucía cuando la vi allí de pie, nerviosa junto a la orilla. Aunque intentaba ser fuerte y mantener la compostura, no podía ocultar que por dentro estaba rota. La acogí entre mis brazos y le susurré al oído:
—Sea lo que sea lo que ocurre, no te preocupes. Lo arreglaremos.
En su mirada pude ver su miedo. Su desesperación me arrastró mar adentro. Llegamos in extremis. Cuando lo encontramos, se mecía bocabajo enfundado en su pequeño chaleco amarillo.
(Relato escrito para el Reto 5 lineas del mes de julio de 2019 del blog de Adella Brac
las palabras son: Pie / Rota / Preocupes).
Dicen que todo tiene arreglo, pero no es una verdad absoluta.
ResponderEliminarUn relato emotivo, tan triste como posible.
Un abrazo, Pilar
Por desgracia, es una escena que se repite con demasiada frecuencia.
EliminarAl menos, en este relato, tiene un final feliz.
¡Muchas gracias, Ángel!
Besos muy apretados, amigo.