Cuando
acepté aquel caso, jamás imaginé que mi futuro daría semejante vuelco. Me llamó
el alcalde en persona. Estaba muy preocupado por las extrañas mutaciones que,
desde hacía un tiempo, sufrían todos los habitantes del pueblo. Como el ayuntamiento era el responsable de la
conservación de los espacios naturales y de las aguas del municipio, solicitaba
con urgencia mis servicios como abogado ambiental. Confiaba en que yo pudiera dar
con el origen del misterio y encontrase la solución. Una investigación rigurosa
reveló que algunas empresas realizaban vertidos ilegales de productos tóxicos al
lago. Tras promover acciones legales contra ellas, libramos una dura batalla
judicial durante años. Los jueces dictaron sentencias a nuestro favor, condenando
a las empresas a pagar multas e indemnizaciones multimillonarias por los daños
provocados.
Para
ello, tuve que correr algunos riesgos y aceptar un pequeño cambio en mi vida.
Regresé al bufete satisfecho, moviendo mi cola verde.
Relato Ganador del Voto Popular del mes de septiembre/21 en el XIII Concurso de Microrrelatos sobre Abogados.
Vaya, has provocado una sonrisa y asombro imaginando esa cola verde debajo de la toga... Enhorabuena, en tu punto como siempre cenial.. ¡!
ResponderEliminarJajaja. Me encanta haberte hecho sonreír.
EliminarMuchísimas gracias, Marí!
Besos apretados.
Excelente y muy actual, Pilar. Felicidades.
ResponderEliminarBesicos muchos.
Mil gracias, Nani, por pasar y comentar.
EliminarBesos apretados.
Corto y contundente.
ResponderEliminarBesos.
Muchísimas gracias, Amapola azul.
EliminarBesos apretados.
Ese final, qué bueno. Pues es un texto realmente impactante.
ResponderEliminarMucha suerte. Un abrazo
Me alegra saber que te ha gustado.
EliminarMuchísimas gracias, Albada.
Besos apretados.