En
aquel momento tan crucial de la historia, ella sonrió. Siempre la habían
considerado la más débil. Fue terrible tener que soportar el escarnio de todas,
pero su crueldad la hizo mucho más fuerte. Por eso, se alegró tanto al verlas
abandonar en manada la ciudad, atraídas por alguna melodía hipnótica. No quedó
ni una, excepto ella. Sabía que, a la hora de la verdad, tendría que parir sola.
Era consciente de lo valiosa que era para la supervivencia de su especie. Gracias
a su sordera congénita, sería el origen de una nueva estirpe de ratas inmunes al
flautista.
Relato finalista en el VIII Certamen de Microrrelatos "ATENEO DE MAIRENA"
Madre mía, qué bueno. Esas ratas inmunes al flautista...qué idea más estupenda has imaginado.
ResponderEliminarUn abrazo
Cómo me alegro que te guste. Mil gracias por tus palabras, Albada,
EliminarBesos apretados.
Los cuentos son como nos los cuentan, pero ahí está la imaginación para introducir variaciones interesantes.
ResponderEliminarFelicidades por este relato finalista y ya voy aprovechando: Felices Fiestas, Pilar.
Abrazos
Me alegra saber que te ha gustado el giro introducido a la historia del flautista.
EliminarMuchísimas gracias, Ángel.
Te deseo unas felices fiestas, en familia y sin sobresaltos!
Besos apretados.