domingo, 17 de julio de 2022

CONFIANZA CIEGA

 

Llegaste tarde a casa. Tu ropa olía a humo, alcohol y remordimiento. Estabas muy raro, pero confiaba en ti. Llevaba todo el día esperando tu regreso, por eso no me importó tu frialdad y mi recibimiento fue tan efusivo como siempre. Te regalé mi mirada más tierna y rocé tu mano. Tú la retiraste. Luego abriste la puerta de la calle y me invitaste a dar un paseo. Me volví loca de alegría, aunque algo no iba bien. Tu voz sonaba diferente y tenías la respiración agitada. Tus ojos inyectados de ira rehuyeron a los míos al salir de casa. Emprendimos aquel viaje en coche a ninguna parte, donde el tercer pasajero era el silencio. Tu indiferencia dolía tanto que ardían mis entrañas. Durante el trayecto, no hubo una palabra amable ni un gesto de cariño. Me preguntaba qué crimen cometí para merecer tu desprecio. Habíamos superado muchas dificultades juntos. Cuando mi amor incondicional te bastaba para olvidarlo todo.

Descubrí demasiado tarde que en esta ocasión no había vuelta atrás. Fui incapaz de reaccionar cuando, en medio de la oscuridad de aquella carretera solitaria, noté el frío del asfalto bajo mis patas mientras tus luces rojas se alejaban.



Segundo relato presentado al Concurso de relatos #HistoriasdeAnimales de zendalibros.com








2 comentarios:

  1. Ellos solo saben dar cariño, pero hay personas que no saben ni quieren corresponderles como se merecen esos amigos. El abandono es algo tan triste como cruel. Buen relato, Pilar. Suerte

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ellos confían ciegamente en nosotros. Su lealtad es incondicional. Muchísimas gracias, Ángel. Besos.

      Eliminar