Si
ellos sospechasen, los ignoraremos y permaneceremos atentos, vigilantes. Otearemos a nuestro
alrededor. Comprobaremos si todos los hombres, obedientes, como un ejército, estarán acudiendo puntuales al lugar acordado. Entonces, ocuparemos nuestras posiciones.
A medida que vayamos creciendo en número, también aumentará la tensión durante
la espera. Ellos se moverán con sigilo ante nuestra actitud amenazante. Pero iniciaremos
los ataques indiscriminados contra los alados y se desatará la locura. Las aves,
desconcertadas, pasarán del recelo a huir en desbandada.
Para
cuando comprendan la crueldad de nuestras intenciones y que lo que les espera fuera
se asemeja demasiado a una película de suspense, el terror ya habrá cambiado de
bando.
Relato presentado al Concurso de relatos #HistoriasdeAnimales de zendalibros.com
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