Se arrebujaba bajo las sábanas blancas, mientras escuchaba el suave repiquetear de la lluvia contra su ventana. Deseaba que el cielo descargara, sin hacer daño, aquella agua tan necesaria y valiosa como el oro. Calmaría la sed que padecían las tierras del rancho.
Tras meses de sequía, recuperarían los viñedos el esplendor de antaño. Con el crecimiento y la maduración de sus uvas, obtendría una cosecha excelente. Entonces, él regresaría a su lado.
Pero un corazón enamorado no puede esperar y se lanza al vacío desesperado. Unas veces logra alzar el vuelo y otras se queda sobre el asfalto mojado.
(Relato publicado la 4ª semana de agosto en
https://www.cincopalabras.com/ )
El corazón enamorado arrostra las tormentas si es preciso.
ResponderEliminarUn abrazo.
No hay nada que le dé mayor fuerza que el amor.
EliminarMuchas gracias, Rafael.
Besos.