Se miró en el espejo. Estaba preciosa, con aquel vestido negro ceñido al cuerpo como un guante, sobre su piel bronceada bajo el ardiente sol del verano, pero a la vez, muy nerviosa. Quería impresionarle en su primera cita. Tanto tiempo hablando sin verse… Presentía que era el hombre de su vida, lo conocía muy bien.
Supo que era él, reconoció aquellos ojos que durante meses la miraban desde la pantalla. Se dejó llevar por su aroma embriagador y su envolvente abrazo. Sucumbió a sus besos.
Despertó al escuchar un ruido a su espalda y una cola inquieta entre sus piernas. El dinosaurio, que roncaba plácidamente, todavía seguía allí.
Gran noche, en efecto.
ResponderEliminarUn abrazo.
¡Menuda noche! 😂😂😂
EliminarBesos, Rafael.
24 años hace que dí con Monterroso y su dinosaurio, todavía no lo entiendo. Si pudieras echar algo de luz...
ResponderEliminarMe pides un imposible. Existen múltiples interpretaciones.
EliminarTal vez ahí está su encanto.
Muchas gracias por dejarme tu comentario.
Saludos.