Desde que te has ido, poco a poco, mis ojos se han ido acostumbrando de nuevo a la luz. Con tu ausencia arrancaste de golpe la venda que los cubría. De pronto he abandonado las tinieblas y, aunque al principio duele, los colores han regresado a mi vida.
Junto a mí veo pasar a otras mujeres ciegamente enamoradas, viviendo en la más absoluta oscuridad. Se creen felices porque han olvidado lo que es amar con los ojos abiertos.
Tras mi periodo de adaptación y haber recuperado todos los sentidos, he descubierto la incapacidad que produce sufrir ceguera de amor.
Foto: Pedro Riverol Sicilia.
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