A pesar de los años, al escuchar la melodía que guarda la caja de música, regreso al carrusel de París donde nos conocimos. El atardecer ardía sobre tus gafas de sol, ocultando tu mirada mientras me observabas. Después, aquellos paseos junto al río y las cenas románticas, a la luz de una vela, en aquel restaurante tan chic
Lograste que se desplegaran mis sueños de cristal cuando me hiciste sentir que podía volar como una mariposa.
Ahora, con mis alas rotas, intento seguir las luces rojas del coche que nos aleja, cual luciérnaga que anhela la luna en la oscuridad.
Seguro que la mariposa recobrará el vuelo nuevamente...
ResponderEliminarUn abrazo.
Aunque parece frágil, es mucho más fuerte.
EliminarMuchas gracias, Rafael.
Besos.
hay alas que renacen continuamente.... solo hay que darles tiempo
ResponderEliminarun beso de una amiga de TW
Juana, totalmente de acuerdo.
EliminarMuchas gracias por pasarte por mi rincón de letras y dejarme tu bello comentario.
Besos apretados.