El tiempo restañó mis heridas y me ayudó a olvidarte. Poco a poco, recuperé la serenidad. Vivía aletargada para no sentir.
Sin esperarlo, otro ocupó mi corazón y me devolvió la sonrisa. Cuando me pidió que nos casáramos, dije que sí y comenzamos los preparativos.
Pusimos fecha para la boda. Sería una ceremonia tradicional, por la iglesia y vestida de blanco.
En la tienda de novias, me probé muchos vestidos, pero ninguno me gustaba. Llevaba puesto el enésimo vestido, cuando sonó el móvil. Eras tú.
Me dijiste: “Ven”. Y si tú me dices “ven”, lo dejo todo… sin dudarlo, vestida tal y como estaba, corrí hacia la locura de tu boca.
Fotografía: Karolina Bazydlo.
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