Te
lo digo siempre. Has de tener paciencia. Sabes que los clientes del motel son
lo primero —le susurra al oído mientras acaricia sus manos. La mira a los ojos
con ternura. Después, coge el cepillo y la peina con sumo cuidado, una y otra
vez, hasta lograr desenmarañar y asedar su cabello. Aprovecha ese momento para
contarle cómo le ha ido el día. A ella le encanta que le dé conversación. Así,
se siente menos sola.
Cuando
termina, la abraza con delicadeza porque teme hacerle daño. Luego, le alisa el
camisón con sus manos para hacer desaparecer aquellas incómodas arrugas que
tanto le molestan. Comprueba que todo se encuentra a su gusto. De lo contrario,
no lo dejará descansar en paz.
Tras
asegurarse que todo está en orden, como cada noche, Norman se tumba en la cama junto
a ella. No puede dormir sin escuchar el constante quejido que emite el balanceo
de su mecedora.
Muy bueno. Me llevaste a Psicosis perfectamente. Aterrador.
ResponderEliminarUn abrazo
Me alegra que te guste, Albada.
EliminarMuchísimas gracias!
Besos apretados.