El
azar quiso que acabasen el uno frente al otro. Durante años, se amaron
en secreto de reojo mientras acumulaban polvo y ausencias en la parte superior
de la estantería. Su mundo se detuvo al descubrir que el tiempo se les había
esfumado con alas de silencio. Pero no despertaron de su letargo hasta que, junto
con el pasado, tuvieron que abandonar para siempre aquella habitación. La
infancia perdida hacía mucho que había huido de esa casa.
Tras
su desahucio, fueron condenados al olvido en el fondo de un arcón. Al descubrir
que él estaba a su lado, aquel lugar le pareció más cálido y luminoso. La
distancia entre ellos se redujo a solo a un suspiro, por eso, su mirada de
botones se derritió ante la ternura de aquel rayo láser que la ruborizó.
Aunque
sus cuerpos de lana y acero se fundieron en un único corazón, bajo sus cenizas,
la niñez sigue jugando al escondite.
Lindo, esos juguetes arrumbados, qué historia con el desahucio, qué ternura de cuento.
ResponderEliminarUn abrazo enorme, y feliz año nuevo
Mil gracias, Albada, por acompañarme cada día con tus bellas palabras.
EliminarTe deseo un maravilloso 2021!
Besos apretados.
Muy bonita historia.
ResponderEliminarTe dejo nmis deseos de un año mejor lleno de luz y alegria!! Felicidades beso.
Muchísimas gracias, Hanna.
EliminarTe deseo un Feliz Año Nuevo lleno de luz y de esperanza!
Besos apretados.
Me gustó al leerlo hace poco en la página y hoy igual o más.
ResponderEliminarEs difícil conjugar tristeza y esperanza, revestido todo, además, de belleza.
Un abrazo, Pilar
No sabes cómo me emocionan tus palabras, Ángel. Este relato lo escribí desde la más íntima ternura y la nostalgia de la niñez.
EliminarMil gracias, Ángel, por ver la belleza en mis letras.
Besos muy apretados.