He
cambiado a mi mujer por uno de esos robots de limpieza. Dicen de ellos que son
eficientes, pero este ha ocupado su lugar. Me espera junto a la entrada cuando vuelvo
a casa. A veces, roza mis pies con cariño mientras vemos la televisión.
Invade
mi intimidad. Me vigila hasta cuando duermo. Pero si intento desconectarlo, me
mira a través de su cámara con tanta ternura que no soy capaz. A ver cómo le
digo que estoy pensando sustituirlo por otro que, además de barrer, también friega.
Relato escrito para el Reto 5 líneas del mes de enero de 2021 del blog de Adella Brac
Las palabras son: Entrada / Ellos / Veces.
jaja, pues ese robot no sé si llega a otra navidad:-)
ResponderEliminarMuy bueno. Un abrazo
Ya te digo... jajaja
EliminarMuchísimas gracias, Albada!
Besos apretados.
el que friega, mira de que también caliente la cama, sino te vas a gastar un pastón en cambios
ResponderEliminarbedossd
Jajaja. La culpa la tiene la obsolescencia programada.
EliminarMuchas gracias, Gabiliante.
Besos apretados.
Los robots no tienen sentimientos, pero las personas sí. No podemos, ni quizá, tampoco queremos, dejar de coger cariño a las personas, por supuesto, pero también, a veces, a algunos objetos que son parte de nuestra vida.
ResponderEliminarBuen relato, Pilar.
Un abrazo
Los objetos son cada vez más humanos. Cubren nuestra soledad y les cogemos cariño... jajaja.
EliminarMil gracias, Ángel.
Besos muy apretados.