Se
sentía eufórica. Por fin había finalizado esta Navidad tan diferente. Nunca
imaginó pasarla sola, pero las restricciones impuestas por la pandemia y su
conciencia la obligaron a tomar esa decisión. Tras los excesos alimenticios llevados a cabo para soportar
la ausencia de su familia y la soledad, cometió el error de subirse a la
báscula del baño antes de ducharse. Bajó de un salto, desencajada, como si
hubiese visto al mismísimo Diablo y jurando en arameo. Cuando recobró el
aliento, pensó que aquello podría ser una señal que la vida le mandaba y que no
debía ignorar. Tal y como estaban las cosas, tenía que evitar añadir nuevos
problemas de salud a los ya existentes. Había oído en algún sitio que la
obesidad agravaba los efectos de la COVID-19. Decidió que adelgazar sería su único
propósito de Año Nuevo.
Vació
de
dulces y de comida poco saludable la despensa, la nevera y los armarios.
Ocuparon su lugar frutas, verduras, pescado, carne y alimentos no procesados. Aquel
día, completó por primera vez una tabla de ejercicios físicos. Tomó una cena muy
sana y, luego, se fue a dormir. Una vez en la cama, empezaron los
remordimientos. Tanta gente en las colas del hambre y ella había
tirado comida. Pensaba que aquello era algo imperdonable. No podía conciliar el
sueño.
De
madrugada, la policía la encontró en la calle, rebuscando en el contenedor de
la basura, en bata y pijama, sin mascarilla ni documentación. Jamás se había
sentido tan avergonzada como en aquel momento. Bajo sus pies descalzos, los
restos del atracón.
Relato presentado al Concurso #unaNavidaddiferente de zendalibros.com
Me encantó. me hizo reir mucho y reflexionar... Le deseo muchos éxitos y saludos desde Costa Rica
ResponderEliminarCómo me alegro de que le haya gustado. Muchísimas gracias por sus palabras.
EliminarBesos.
La conciencia y los remordimientos pueden ejercer un poder muy fuerte, hasta el punto de olvidar todo lo demás, tanto, que por querer hacer las cosas bien sucede todo lo contrario. Tal vez una multa le haga no tirar la comida la próxima vez y aprender eso de: "A lo hecho, pecho".
ResponderEliminarBuena historia, Pilar, con un toque divertido y otro para meditar.
Suerte
Qué bien que te ha gustado, amigo!
EliminarMil gracias por tus palabras, Ángel.
Besos apretados.
Me ha gustado mucho tu cuento Pilar. Tiene un toque cotidiano, salvo el último párrafo, y un interesante sentido del humor.
ResponderEliminarMucha suerte en el concurso de Zenda, yo también participo con mi cuento:
https://www.humoryalgomas.com/2020/12/zenda-cuento-de-navidad-2020.html
Qué alegría me da leer tu comentario. Palabras como las tuyas me animan a seguir contando historias, que aunque parecen pequeñas suelen contener grandes sentimientos.
EliminarMuchísimas gracias, elpedrete!
Te deseo mucha suerte en el concurso.
Besos apretados.
Me lo he imaginado, y está sensacional. Ese final avergonzada...qué bueno.
ResponderEliminarUn abrazo
Hay deseos irrefrenables...
EliminarMuchísimas gracias, Albada.
Besos apretados.
Qué bien nos llevas de la mano para dejarnos tan desamparados con ese final como tu personaje. Mucha suerte, Pilar. Me ha encantado.
ResponderEliminarA veces, no podemos acallar nuestra conciencia y nos dejamos vencer...
EliminarQue te haya gustado, ya es un regalo para mí.
Agradezco mucho tus palabras, Margarita.
Besos apretados.