Se
sintió muy desconcertado cuando, nada más llegar al lugar de la cita, le
obligaron a tumbarse en el sofá y le arrancaron la ropa de manera violenta. Después,
le ataron las manos a la espalda y le cubrieron los ojos con un pañuelo negro. Su
rostro enrojeció por una mezcla de sentimientos de ira y vergüenza. La
oscuridad y la incertidumbre acrecentaron su miedo. Suplicó que lo liberaran,
pero no se apiadaron de él. Un sudor frío recorrió su piel y su pecho se
estremeció al escuchar aquellas voces desagradables a su alrededor. Le repugnó percibir
el hedor de su aliento acechando su boca y el humillante roce de múltiples
manos invadiendo lo más privado de su cuerpo. Luchó por liberarse de las
ataduras que le impedían defenderse. Sin embargo, no tuvo escapatoria.
Cuando
todo terminó, juró que nunca más se dejaría engatusar para amenizar una
despedida de soltera.
Muy bueno. Ese final de despedida de soltero es brutal. :-)
ResponderEliminarUn abrazo, y mucha suerte
Me alegro mucho de haberte sorprendido.
EliminarMuchísimas gracias por tu comentario, Albada!
Besos apretados.