martes, 17 de octubre de 2017

VERA Y VICTORIA



Pasean con los brazos entrelazados por su espalda, perdidas en la inmensidad de su amor, ajenas al resto del mundo. Para ellas no existe más cielo que sus ojos ni más sonido que el de su sonrisa. 

A fuerza de caricias se les eriza el alma, su lenguaje es el del corazón y su verdad, la que emanan sus cuerpos por cada poro de su piel. Se besan locamente enamoradas. No necesitan documentos ni ponerle nombre a su relación. Solo desean amarse como nunca antes amaron a nadie.

Desde que se dieron su primer beso en aquel parque, ya han pasado cuatro años. Nada cambió cuando, nada más conocerse, Vera le confesó a Victoria que antes se llamaba Bernardo.


(Publicado en la web microcuento.es)



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