Despertó de su letargo al mismo tiempo que su curiosidad y por primera vez, decidió asomarse a la vida. Nunca había traspasado el umbral de su habitación. Desde que nació, alguien cuidaba de ella mientras dormía. Hoy, la puerta amaneció abierta.
Vestida solo con su inocencia y con los pies descalzos, echó a andar. Había permanecido tanto tiempo encerrada que le asustaba lo desconocido, aun así, era más grande la necesidad de escapar de aquella oscuridad y descubrir qué había más allá de su cama.
Mientras se alejaba del monstruo, se fue despojando de las ataduras de sus brazos y de sus miedos.
Imagen: Ann Mansolino
Siempre asusta la libertad, pero una vez la has probado, ya no puedes volver atrás ^^ Me alegro por ella, claro que si!! Vuela libre!!
ResponderEliminarBesitos guapa!! Y comparto con gusto ;)
Carmen, muchísimas gracias por tus palabras. No hay nada más valioso que la libertad.
EliminarBesos apretados.